Desde Níger, Níiiiiiiger. Es un país propio, con su capital (Niamey), su liga de fútbol y todo lo demás. Bueno, casi todo..pero eso lo iré desgranando poco a poco, que da más morbo..

lunes, 17 de diciembre de 2012

Cosas que soñaba con hacer

Y ya puedo empezar a tachar de la lista:


1. Entrar en la ducha y derrochar: ¿caliente?, ¿fría?, ¿caliente?, ¿fría?..caliente, fría, caliente, fría, caliente, fría..

2. Ponerme calcetines, guantes y bufanda porque hace fríiiiiio

3. Acurrucarme en un sofá mullido con una manta porque sigue haciendo fríiiiio

4. Fumarme un cigarillo de liar, con su papelito, su filtro, sus hebras de tabaco fresco y todas las pijerías con las que lo pueda aliñar

5. Consultar mis e-mails de dos a tres veces por minuto, a la vez que hablo por skype y leo cinco periódicos al mismo tiempo

6. Encender la televisión y cambiar de canal de forma aleatoria, para aplatanarme delante de una emisión de esas en las que gente muy vulgar grita sin parar

7. Ir al kiosko y comprar revistas y periódicos...¡del mismo día en el que estamos!

8. Recorrer la ciudad en metro, al calorcito, por menos de 3 tres euros

9. Pedir una caña y brindar porque no esté prohibido

10. Meterle mano en público a mi novio porque tampoco está prohibido

11. Salir de fiesta sin pensar en quién cobra por ello y quién no

12. Dormir profundamente debajo del edredón sin despertarme a las cinco de la madrugada con el appel à la prière

13. Hincharme a jalufo y fruta fresca

Y un largo, largo etcétcera... sugerencias bienvenidas¡!

lunes, 10 de diciembre de 2012

Donne-moi cadeau !

El francés aquí es un idioma raro. No, no es cosa del acento: que ambos habléis la misma lengua no quiere decir que habléis de lo mismo sino de algo parecido.

Antigua colonia del imperio francés, éstos lo único que les dejaron es un idioma pelín cursi y un amor loco por los golpes de estado -es nuestro deporte nacional, subrayan algunos entre risas-. Con el paso de los años, se han traducido en un franchute oxidado por el calor del desierto y una interiorización radical del concepto de autoridad. 

Las nuances y las formules de politesse se evaporan en el sofocante ambiente, y a 40 grados a la sombra, los nigerinos han decidido apostar por la economía retórica y economizar vocabulario.  “Quien bien te quiere, te ordena”

Con un margen de error del 0,2%, me atrevo a apostar a que 9 de cada 10 chavales de entre 1 y 20 años, que me cruce en los siguientes 15 minutos me exigirán al pasar que "donne-moi cadeau" o que "il faut donner 100 francs"

No es una cuestión generacional, niños o ancianos, cada uno en su estilo, intentarán imponerte sus muestras de cariño a través de órdences claras y firmes. Tan pronto se atacan a tu paquete de tabaco al son de "il faut donner cigarette", que te plantan un enorme plato de arroz sauce arachide y te invitan a “il faut manger, madame”. El caso es dar órdenes: en la discoteca “il faut danser”, en el maquis “il faut boire”, en el mercado “il faut acheter”, en la fada “il faut s’assoir”, y a las cinco y media de la madrugada “il faut prier”. Il faut faire ceci ou cela pero il faut.

Hablan alto y claro en un francés un tanto raro, pero que mantiene lo esencial y les permite llamar a las cosas por su nombre. Al pan, pan, y al blanco, blanco.
No se andan con miramientos. Es más, se descojonan. Los niños se asoman a la puerta, se agrupan y dan codazos a los más despistados, por si no se han dado cuenta de que viene Uno. Cuando estás a la distancia adecuada, entre risas y susurros, blanden en alto su menudo índice y disparan al unísono: “Anasaraaaaa”, “anasaraaaaa”, “anasaraaaaa”. Y ya tienen de qué entretenerse todo el día.

En mi barrio, por lo menos, conocen mi nombre; alternan “anasaraa” con una montón de “palomaaaaa”, y otros apodos que han tenido a bien inventarse como “pameeela”, “pmala” y un excesivo y largo etcétera.

Al principio me ponía gafas de sol y hacía como que no había escuchado. Ingenua de mí que, como lo veía todo más negro, no me daba cuenta de que yo seguía siendo igual de blanca. Hasta que adopté su táctica y ahora les hago los coros, toda digna, gritándoles "borobiiiiiii" (negro). Como contra ataque no sirve, para ellos es el colmo del descojone, pero debe inspirarles algo de ternura. Así, en vez de pasar a las piedras, si les contestas vienen a chocarte las cinco a modo de reconocimiento por tu espíritu guerrero. Vamos, que me siguen persiguiendo igual por las calles, pero con menos sorna y más cariño. 

Y a la mínima que se descuidan, les suelto tan contenta: "toi, donne-moi cadeau, toi". Lo que no contaba, claro, era que me los dieran.